El retrato es un género fotográfico destinado a mostrar las cualidades físicas, morales y emocionales de la persona retratada en la foto.
Tanto los fotógrafos de viajes como los fotógrafos comerciales de estudios parisinos adoptaron rápidamente el retrato fotográfico desde los inicios de la fotografía.
Los principales representantes del retrato fotográfico en sus inicios fueron Nadar, Disdéri, Julia Margaret Cameron, Lewis Carroll, Gustave Le Gray, Étienne Carjat, Antoine Samuel Adam-Salomon, Pierre Petit y Lady Clementina Hawarden.
El retrato fotográfico ha evolucionado en paralelo al avance de la historia de la fotografía. Por ello, además de fotógrafos dedicados al retrato fotográfico entendido en un sentido más ortodoxo, encontramos fotógrafos que pertenecen a movimientos específicos que tratan el retrato fotográfico con el uso de ideas y técnicas propias de estas particulares corrientes.
Entre otros fotógrafos que destacaron en el campo del retrato, se deben recordar Richard Avedon, Brassaï, Walker Evans y August Sander.
Características técnicas del retrato fotográfico
Para obtener retratos fotográficos satisfactorios se necesita conocer el funcionamiento de la cámara y de los accesorios de iluminación, ser sensible a las variaciones de luz y saber cómo colocar a la persona retratada en la posición correcta, pero, sobre todo, se necesita ser sociable y hacer que las personas que vayan a ser retratadas en la fotografía se sientan cómodas. Los buenos retratos se han de crear.
Se debe tener una primera idea en mente y, una vez que se tiene, crear todas las condiciones adecuadas para que la foto se asemeje lo máximo posible a dicha idea. Es necesario identificar la luz adecuada, encontrar el ambiente, poner a la persona de modo que se potencien sus rasgos e interactuar con ella de forma natural, respetuosa y positiva.
Este último aspecto no debe pasarse por alto: la persona debe tener una experiencia positiva y debe sentirse siempre a gusto para evitar que la incomodidad, o la vergüenza, interfiera en la fotografía.
Por eso, durante el transcurso de una sesión, el fotógrafo guía a la persona y establece una relación agradable haciéndole sentirse cómoda y diciéndole que lo está haciendo bien con el fin de despertar las expresiones naturales y emociones que quiere transmitir a través de sus fotografías.
Los teleobjetivos medios con distancias focales equivalentes a entre 70 y 130 mm (para el formato estándar de 35 mm) son los objetivos más adecuados para fotografiar retratos.
Estos teleobjetivos ayudan a situar al fotógrafo a una distancia adecuada del sujeto para que este se sienta lo más cómodo posible. Además, los teleobjetivos previamente indicados también son ideales para retratos espontáneos, ya que la distancia puede ayudar a que la persona fotografiada sienta menos la presencia del fotógrafo.
Desde un punto de vista más técnico, la distancia focal más larga alisa ligeramente los rasgos faciales de la persona fotografiada para producir un retrato sin distorsión.
Estas distancias focales, unidas a una amplia apertura del diafragma, hacen que el sujeto destaque sobre un fondo borroso y hacen que se pueda sacar la foto incluso en condiciones de poca luz, sin necesidad de subir demasiado el ISO cuando no se utiliza el flash.
Consejos para retratos fotográficos: involucrarse emocionalmente
Curiosamente, una de las cuestiones que pueden marcar la diferencia en los retratos fotográficos es un aspecto que no es estrictamente técnico. Hablamos de la implicación emocional de la persona retratada. De hecho, una buena parte del éxito de la foto final dependerá de su grado de «presencia» y de su libertad expresiva.
Involucremos a la persona para conseguir mejores retratos fotográficos
Afortunadamente, la fotografía tiene un fuerte componente creativo y personal. La capacidad del fotógrafo para captar las emociones del espectador depende mucho de su sensibilidad, que va más allá del objetivo.
Curiosamente, este componente que va más allá del aspecto técnico tiene un fuerte impacto en el éxito o no de la foto. Piensa en todas esas veces que has realizado u observado retratos fotográficos que, aunque se han llevado a cabo con una técnica impecable, no conseguían suscitar nada más que la simple admiración por la realización técnica.
Muchas veces no es culpa del sujeto, sino más bien de la falta de empatía del fotógrafo con respecto a las personas que posaban.
Caracteres somáticos fuertes y poco comunes para retratos fotográficos efectivo
El retrato es un género fotográfico muy especial.
Si lo pensamos bien, muchos retratos fotográficos se parecen entre sí y solo unos pocos destacan entre la multitud.
La pregunta, por tanto, es: ¿cómo puede un retrato destacar sobre los demás?
Tratemos de analizar las características que hacen que los retratos fotográficos tengan éxito.
Los rasgos somáticos fuertes y singulares, que destacan respecto a lo común, tienen una gran capacidad de captar nuestra atención a primera vista.
Cualquier rostro no es suficiente para conseguir un buen retrato fotográfico.
Obviamente, la búsqueda de rasgos somáticos peculiares es un ingrediente que no siempre podemos encontrar fácilmente. Por ello, siempre es importante gestionar el proceso que conduce a la realización del retrato de forma cuidadosa y precisa.
Retratos fotográficos: significados más allá de la foto
El retrato suele implicar otros significados mucho más amplios que la propia persona fotografiada. Es una forma de hacer reflexionar y comunicar, a través del sujeto, las emociones y las sensaciones, pero también invita a la reflexión y a la crítica sobre la sociedad y sus múltiples facetas. Por ejemplo, sacarle una foto a una persona sin hogar puede resaltar la pobreza, la indigencia, pero también puede resaltar la dignidad ante las adversidades de la vida, el arte de vivir a pesar de tener poco o nada.
En los retratos fotográficos se suelen encontrar metáforas y este tipo de fotos son, precisamente, las que pueden suscitar un mayor interés en el espectador.
El secreto detrás del éxito de estas fotos «metafóricas» está estrictamente relacionado con los detalles que se resaltan junto con el sujeto, los elementos que lo rodean o el fondo, que aportan a la fotografía un significado adicional.
Todo depende de la capacidad de imaginar y de visualizar los elementos de la fotografía antes de realizarla. Si elegimos detalles llenos de significado, hacemos explícita la conexión entre estos particulares y el sujeto y lo sumergimos en el entorno adecuado, tendremos todos los elementos importantes para crear un retrato fotográfico realmente efectivo.
Retratos fotográficos: es necesaria una relación
Es prácticamente imposible trabajar retratos fotográficos sin establecer una relación, aunque sea mínima, con la persona que hemos elegido fotografiar. Puede haber un poco de charla superficial, pero siempre ha de crearse algún tipo de relación entre el fotógrafo y la persona que luego será retratada.
Un buen fotógrafo sabe dosificar este aspecto vinculado a la conexión humana y sabe insertarlo, adecuadamente, en el proceso sin excederse y, al mismo tiempo, sin mantenerse excesivamente distante. Ambos excesos pueden ser contraproducentes para el resultado final.
Si la sesión se planifica con tiempo, será posible conocer a la persona antes de la toma de fotos. De esta forma, se puede establecer una relación antes y, en el momento de la sesión de fotos, la inevitable ansiedad se limitará al mínimo. Conocer a la persona y familiarizarse con ella implica ya establecer un puente de comunicación, que puede mantenerse incluso durante la sesión si el fotógrafo es bueno a la hora de hacerle sentirse cómoda a la persona fotografiada.
Lo importante es dosificar la charla y las palabras, sin excederse. Basta con observar que la persona está a gusto y darle las indicaciones adecuadas mientras posa o se expresa de forma natural y espontánea.
También se producen retratos no planificados por circunstancias fortuitas o repentinas. En esos casos, es mejor primero pedirle permiso, con palabras o gestos, a la persona que queremos retratar. Si esta última está de acuerdo, muchas veces habrá que ser muy bueno para poder aprovechar el momento y retratarla en la circunstancia en la que se encuentre, poniéndose en un segundo plano respecto a su actividad en caso de que esté ocupada. Si, por el contrario, la persona está dispuesta a posar para nosotros, lo adecuado será crear ese mínimo de relación necesaria para poder retratarla sin abusar de su disponibilidad.
Retratos fotográficos de éxito: relacionarse con el sujeto para resaltar su esencia
Si no se establece una conexión, aunque sea con un pequeño diálogo con la persona, no podremos extrapolar sus peculiaridades y pequeñas historias ocultas.
Si no preguntas, nunca lo sabrás, ¿verdad?
Si bien es complejo contar una historia real en una sola foto, es posible hacer trabajar al observador con los distintos detalles presentes en el retrato: una cicatriz, una prenda particular, la actividad o el ambiente en el que se retrata al sujeto… Ayudan a contar una historia que amplía el significado del retrato.
Retratos fotográficos: fotógrafo, sujeto y espectador
El retrato fotográfico, como se puede ver en este artículo, es un género cuyo éxito depende solo en parte del rigor técnico con el que esté realizado.
De hecho, los retratos fotográficos crean un verdadero diálogo a tres bandas entre el fotógrafo, la persona retratada y el espectador. Este es el diálogo que se crea cuando alguien observa una foto una vez expuesta.
Desgraciadamente, no podemos pensar en alterar los sentidos del espectador, porque cada mirada pertenece a un mundo interior único y diferente. Aun así, nuestra idea expresiva, alegórica, nos ayudará a resaltar algunos aspectos, matices y particularidades de la persona retratada que llevarán al observador a detenerse en ellos. Esto podría ayudarle y dirigirle a captar emociones o sensaciones que, precisamente, están en la fotografía porque el fotógrafo quiso que estuviesen en ella.
Una sugerencia útil, sin tratar de entrar en cuestiones psicológicas superiores, es jugar con arquetipos y símbolos universalmente reconocidos que forman parte de los conocimientos que todos los seres humanos poseen, ya que son símbolos o referencias universalmente familiares y reconocibles.
En esta tríada, el fotógrafo debe poner sus propias ideas e intenciones en la foto, dando luz a la persona y a sus características. El sujeto debe sentirse libre para ser él mismo, con naturalidad y sin demasiada vergüenza. Finalmente, el espectador tendrá libertad para percibir la belleza estética de la foto y sentir las emociones y sugestiones a través de los detalles enfatizados en el retrato fotográfico.
Los retratos fotográficos son un espléndido baile a tres bandas, cuyo resultado será siempre una maravillosa confluencia de mundos.
¡Buenas fotos!